lunes, 21 de octubre de 2013

Historia del 10 de noviembre de 1821 - La Villa de Los Santos

El espíritu libertario de los santeños se remonta al año de 1569, cuando se funda el pueblo de La Villa el 1 de noviembre, día de todos los santos, según expresan Pedro y Domingo Moreno en su revista Memorias 10 de Noviembre, basados en los escritos de Alfredo Castillero Calvo de 1965.

Moreno señala que entre La Villa y Natá se entabló un pleito durante la instauración de la nueva población deseosa de libertad. Rodrigo Zúñiga, alcalde de Natá, quien tenía a su mando la jurisdicción del territorio azuerense, arma un grupo de hombres y los envía hasta Los Santos, pero unos 38 villanos los estaban esperando armados con lanzas, espadas y ballestas dispuestos a presentarles resistencia a los natariegos.

Pero los cabecillas santeños fueron sometidos y llevados presos a Natá donde luego de ser arrastrados por las calles del poblado, fueron condenados unos a la horca y otros a 10 años de destierro. 

Se aprovecho la ocasión que en la capital de este istmo acababa de fallecer el destronado virrey español, Juan de Sámano, quien tras haber sido derrotado por Simón Bolívar en la batalla de Boyacá, que dio la independencia a Colombia, vino a exilarse a nuestro futuro país.

Casi al mismo tiempo arribaba también Juan de la Cruz Mourgeon, quien iba para Bogotá, a fin de tratar de reconquistar para España todos estos territorios, que la nación ibérica acababa de perder.

Pero a última hora Mourgeon es enviado a México, con otra misión.

La ocasión para la ansiada independencia se hacía más favorable, lo cual anima a los ciudadanos de varias provincias centrales a buscarla a como de lugar.

Y es así como Francisco Gómez Miró, por medio de proclamas escritas y orales hace leer y oír desde Natá a miles de congéneres, lo que inflama más aún sus ansias de libertad.

Fue entonces como cundió el entusiasmo por la misma razón en La Villa de Los Santos, en donde el 10 de noviembre de 1821, y guiados entonces por Segundo Villarreal, el pueblo ataca las instalaciones militares de La Villa y proclama su ansiada libertad.

Y se conforman los batallones conocidos como: De la Libertad no sólo en La Villa sino en Las Tablas, Pocrí, Macaracas, Parita, Pesé, Las Minas y Ocú.

Para los que deseen conocer los nombres de esos centenares de seres que formaron los batallones mencionados, les recomendamos leer la obra El grito de La Villa, escrita por el historiador Ernesto J. Nicolau, e impreso en la Imprenta Nacional entre 1928 a 1930, cuando el autor se encontraba en Bogotá.

Antes del 10 de noviembre, la Patria estuvo de nuevo conmemorando un aniversario del grito de La Villa de Los Santos, por medio del cual un grupo de ciudadanos presididos por el alcalde Julián Chávez y compuesto por los ediles José Antonio Moreno, José María de los Ríos, José Antonio Salado, Salvador del Castillo, José Catalino Ruiz, Manuel José Hernández y Pedro Hernández, decidió proclamar su independencia de España, lo cual comunicaron de inmediato al libertador Simón Bolívar.Fueron los firmantes: José de Fábrega, José Higinio Durán, obispo de la capital; Juan José Martínez, Carlos Icaza, Manuel José Calvo, Mariano Arosemena, Luis Lasso de la Vega, José Antonio Zerda, Juan Herrera y Florez, Juan José Calvo, Narciso Urriola, Remigio Lasso de la Vega, Manuel de Arze, José de Alba, Gregorio Gómez, Luis Salvador Durán, José María Herrera, Manuel María Ayala, Víctor Beltrán, Antonio Bermejo, Antonio Planas, Juan Pío Victoria, Manuel de Urriola, José Vallarino, Manuel José Hurtado, Manuel García de Paredes, Manuel José de Arze, José María Calvo, Antonio Escobar, Gaspar Arosemena y para finalizar, José de los Santos Correoso, escribano público.Pasando al origen de la copia del Acta que aquí ven, Luis Ramón Alfaro. Del Acta original del grito de La Villa, existe también según el historiador Ernesto J. Nicolau, copia en la capital colombiana.Los nombres que aparecen en los óvalos a los lados del texto del acta son los correspondientes a las firmas.
EL GRITO DE LA VILLA
Pero el deseo de libertad de los santeños fue acogido por Segundo de Villarreal, quien formó un batallón de voluntarios villanos y, armándolos con escopetas, machetes y palos, montó una guardia dispuesta a dar la vida por conseguir la independencia de su patria y deponer el gobierno
español.
Es así que decididos, atacaron el cuartel, poniendo en libertad a todos los ciudadanos que se encontraban presos por conspiradores.
Durante la afrenta no se registró un solo crimen como tampoco ultraje a la dignidad personal de los avasallados españoles. Fueron tratados con caballerosidad e hidalguía hasta que fueran remitidos y custodiados hasta la ciudad de Panamá de donde fueron enviados a Cuba.
Según los historiadores, los cabildantes anunciaron al resto del país mediante postas (correos) la noticia de que ya eran libres y que la monarquía española no gobernaba en el país y se había acabado la dictadura militar que tantos sufrimientos les había causado.
Desaparecieron las diferencias sociales y todos los ciudadanos eran iguales ante la ley. La nueva población se unió espontáneamente al gobierno de la Gran Colombia.
RUFINA ALFARO
El escritor santeño Horacio Moreno plasmó en uno de sus escritos que el brazo y la acción de una joven de 22 años vinieron a ser el genio de la estrategia que se empleara en la destrucción de la fortaleza cuartelaria española que tantos daños había causado a los jefes de familia que sufrían los frecuentes atentados contra los derechos humanos y lo más sagrado del hombre, la vida.
Era atractiva, de ojos negros rasgados, cabellera negra que siempre llevaba extendida, trigueña, de alta estatura, delgada, de cintura flexible y senos protuberantes. Nació en el caserío de Las Peñas de Los Santos, aunque todavía se ignora la fecha de su nacimiento como también el nombre de sus padres.
Vivía junto a ellos en una casa de techo de tejas y pencas. El sustento provenía de la agricultura y la cría de gallinas. Sabía leer, escribir y rezaba la doctrina cristiana. Vestía ordinariamente de vasquiña con pliegues que le ajustaban a la cadera. Se dedicaba a vender verduras y huevos en la población.
Consintió en coadyuvar al triunfo de la revolución que se fraguaba contra el sistema colonial y se comprometió con el hondo sentimiento popular.
Se distinguía por sus finos modales y chispeante charla que le habrían paso a las mejores salas de la ciudad. Así, pudo conquistar simpatías entre los soldados españoles, ya que su negocio también le daba acceso a esas visitas. Según narra Moreno, el jefe del cuartel mantenía largas charlas amorosas con Rufina.
Fue Rufina quien comunicó a los revolucionarios que los soldados españoles realizaban limpieza de armas y les indicó los puntos débiles.
Al comenzar la batalla no dejó de gritar ¡Viva la Libertad! Al esclarecer el día 10 de noviembre de 1821, habían conseguido la libertad istmeña.
Moreno explica que los datos de esta historia fueron obtenidos de una pariente de 86 años que tuvo amistad con la familia Vásquez Zambrano, muy conocida en Los Santos, quienes mantenían un negocio de carne de res, cerdo, arroz, frijoles y otros granos cuyo local era visitado frecuentado por el padre de Rufina.
La Junta de Festejos del 10 de noviembre de La Villa de Los Santos, que preside Francisco Eloy Vega, anunció que todo está listo para la celebración del grito de independencia de Panamá de Colombia 1821.

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